¡Inadmisible, bochornoso y repudiable!

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Hasta el pasado fin de semana, en el Distrito Turístico Verón-Punta Cana se habían contabilizado 52 incendios forestales, y según informes oficiales el 70 por ciento de estos eventos fue estimulado por manos criminales.

Como responsables de este crimen ambiental se señala a desarrolladores de proyectos residenciales y comerciales, quienes para evitar altos costos en el desmonte de terrenos se inclinan por la vía más fácil, rápida y barata para sus presupuestos, que es pegarle fuego de manera indiscriminada y sin medir consecuencias.

El plan criminal, fríamente calculado, es dejar que las llamas hagan el trabajo que debieron hacer brigadas de hombres y maquinarias contratadas para tales fines. El alto costo lo pagan entonces los munícipes, porque la densa humareda que surge de esos incendios afecta seriamente su salud.

Y es que el humo despide unas partículas que causa gran ardor en los ojos y afecta el sistema respiratorio, desencadenando enfermedades como bronquitis o el empeoramiento de síntomas de pacientes asmáticos.

El pasado martes, estos incendios interrumpieron la docencia y obligaron la evacuación urgente de los estudiantes del liceo Vetilio Alfao Durán, en el sector de Friusa. Fue necesaria la asistencia médica de 18 alumnos afectados por la cortina de humo que arropó las instalaciones de ese centro educativo.

Este episodio reprochable, al igual que otras decenas de fuegos forestales ocurridos desde hace años en Verón-Punta Cana, al parecer les importa un bledo a los tomadores de decisión de esta localidad.

Los incendios siguen imparables, sin despertar la más mínima preocupación a los representantes locales del Ministerio de Medio Ambiente, que en ninguno de los
casos registrados ha sido capaz de emitir siquiera un informe técnico de los daños causados por estos siniestros.

La falta de acción en modo alguno se justifica por la ausencia de pruebas. Pues, el departamento de Gestión de Riesgos y Desastres de la Junta Municipal de Verón-Punta Cana dictaminó que la mayoría de esos incendios no fueron accidentales, sino provocados.

Pero, por alguna extraña razón, Medio Ambiente juega al “chivoloquismo” y los responsables quedan sin castigo y cubiertos con el manto supremo de la impunidad.