PUNTA CANA. Aunque las autoridades del Comité de Operaciones de Emergencia (COE) reveló que no se registraron daños estructurales fruto del temblor de tierra, ayer, cuyo epicentro fue en Baní, la gente ha comenzado a dar a conocer las grietas que dejó el movimiento telúrico en sus hogares.
República Dominicana ha sido una región con poca actividad sísmica grave, por lo que resulta alarmarte cuando se registra un movimiento telúrico de magnitud considerable.
Para banilejos y capitalinos, el primero de febrero del 2023, pasó a la historia colectiva pues cuando se produjo un sismo de 5.6 grados en la escala de Richter, una parte de los residentes en Baní ciudad más próxima al epicentro del sismo, salió a las calles en busca de protección en caso de desplome de casas o edificios.
Pese a la fuerte sacudida, no hubo edificaciones ni infraestructuras viales colapsadas, tampoco víctimas por el movimiento telúrico.
Sin embargo, el edificio de la Junta Central Electoral ha tenido que ser evacuado por sufrir daños considerables en su estructura luego del temblor de ayer, en tanto que diversas residencias familiares están reportando agrietamientos.
A pesar de que el país viene registrando actividad sísmica desde la época de la colonización, los eventos de esta naturaleza con más relevancia ocurrieron en los años 1887, 1946, 1962, 2003 y 2010, siendo el evento de 1946 el más potente.
Fuente LD