En su acepción más simple, la diplomacia se define como la ciencia que se encarga del estudio de las relaciones e intereses entre naciones, apoyada en mecanismos y acciones que faciliten vínculos de acercamiento que propugnen el progreso y bienestar de los pueblos.
La diplomacia se nutre del diálogo como herramienta fundamental para lograr sus objetivos, mediante negociaciones que den al traste con resultados que sean de interés para los estados signatarios de acuerdos enmarcados en el ámbito de las relaciones internacionales.
En momentos de tensión, de confrontaciones expresadas en acusaciones y contraacusaciones entre naciones, las partes involucradas deben apelar al diálogo como la
vía más eficaz para la resolución de conflictos.
Por esta razón, entendemos que lo más prudente, oportuno y aconsejable, es que el Gobierno cano actúe con sapiencia y sobriedad en cada una de sus acciones y
pronunciamientos en la actual coyuntura frente a los Estados Unidos. República Dominicana ha logrado construir una relación de buena vecindad con los Estados Unidos, basada en el respeto mutuo y con resultados significativos para ambas naciones.
Entonces debemos apostar al fortalecimiento de esta reciprocidad amigable, y no a su deterioro. Es tiempo de pensar con cabeza fría, articulando ideas y propuestas apartadas del fragor de emociones y comportamientos impulsivos.
Siempre será posible buscar salidas negociadas a cualquier situación de crisis entre los Estados, sin que en ningún modo esto signifique comprometer los intereses nacionales ni violentar el principio de no intervención consagrado en el artículo 3 de nuestra Constitución.