PUNTA CANA. Hoy más que nunca se hace necesario recordar los objetivos fundamentales que no solo justifican la existencia misma del periodismo, sino también su accionar en una sociedad sometida a procesos complejos de transformación.
Es en esa sociedad donde germinan las amenazas que se ciernen sobre la praxis del periodismo, sobre todo en quienes lo ejercen apegados al quehacer honesto y correcto de esta carrera. Periodistas en todo el mundo sufren la obstinación deliberada de sectores que persiguen y obstaculizan la labor de escudriñar y difundir informaciones. Afortunadamente, en nuestro país hemos avanzado bastante en esa dirección.
Podemos decir que disfrutamos de un clima de libertad que posibilita un periodismo emancipado de aquel pasado gris que tanto daño hizo a esta noble profesión. Pero todavía quedan vestigios preocupantes que actúan contrario a las conquistas indudablemente alcanzadas. Esto último quedó evidenciado en la conducta reprochable que, frente a la periodista Jeni Polanco, exhibió el ingeniero a cargo de la construcción del acueducto múltiple del municipio de Miches.
Ese acueducto es responsabilidad del Instituto Nacional de Agua Potable y Alcantarillado (Inapa). Esto le otorga categoría de obra pública, y obliga por tanto a sus regentes a ofrecer detalles del mismo a cualquier munícipe interesado.
Y eso era lo que, ni más ni menos, buscaba nuestra reportera: informaciones de interés general sobre el estatus de una obra estatal. Pero de manera irrespetuosa y desconsiderada esa solicitud le fue categóricamente negada a la señorita Polanco. Ojalá que el Inapa se anime y ofrezca una explicación convincente, no antojadiza ni acomodada, sobre el proceder retrógrado de uno de sus servidores.