Agosto es un mes extraño. Es el fin del verano, una nostalgia infinita sobre las memorias de los días cálidos donde había menos preocupaciones y mucho más calor. En nuestro país, también implica el comienzo de la etapa universitaria de muchos adolescentes, un paso significativo hacia la adultez y su carrera como profesionales.
¿Qué hacer cuando no sabes qué hacer? Muchas personas han sabido qué van a hacer con sus vidas desde muy pequeños, todo lo que han hecho va encaminado a esa vocación o profesión que tienen en la mente. Es como si escogieron una X en el mapa y trazaron ellos mismos el camino hacia la meta. Ser doctores, maestros, veterinarios, pilotos, ingenieros de software e incluso presidentes de la República. Yo me quedo atónita al ver tanta convicción y certeza de lo que harán, porque yo, al igual que muchos de mis lectores, no tenía ni idea de lo que iba a estudiar en la universidad.
Mientras unos saben qué hacer y nadie los saca de ahí, otros, como yo, tenían demasiadas opciones en la cabeza, hasta que al final me convenció lo lindo que sonaría “economista Shirley Santana”. Ahí entra la paradoja de la elección, donde estamos más insatisfechos con las decisiones tomadas mientras más opciones teníamos para escoger.
Nuestra vida está llena de elecciones con fechas límites, ni siquiera impuestas por nosotros, y escoger una carrera parece ser el norte trazado. Aquí un dato importante: tu carrera universitaria es solo una fracción de todo lo que harás en tu vida. La presión inmensa que presenta esta elección nos deja hasta sin poder dormir y nos pone a tomar miles de test psicológicos en línea para “saber qué hacer”.
Una recomendación sincera: busca el punto medio entre la pasión y lo práctico. No me refiero a que dejes tus sueños de lado, jamás, sino a que pienses en aspectos fundamentales como: tus fortalezas, debilidades, las oportunidades de emprender, las oportunidades de empleo, la saturación de esa profesión en el país, modalidades de especialización, salarios estimados basados en experiencia, tus sueños, tiempo que dedicarás a los estudios, lo que te gusta hacer y para lo que eres bueno.
¿Qué tal si te pones creativo? Quizás hay una carrera no tan conocida, pero que tiene muchas posibilidades de crecimiento, donde puedes esforzarte y destacarte, ver opciones que estén un poquito más allá de tu zona de confort y que signifiquen un reto para ti. Sea lo que sea, recuerda que la carrera no es lo que estudias, sino lo que tú harás con esos conocimientos. Respira y explora, hay mucho mundo más allá de las carreras “tradicionales”.