Pluma del este: ley de extinción de dominio ¿una imposición?

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(Elisa Mercedes/Especial para El Tiempo) Cuando se trata de la lucha contra la corrupción administrativa, contra el tráfico de drogas o contra cualquier forma de manifestación del crimen organizado y su vinculación o no con lo político, creo que ningún mortal que se respete se manifiesta en contra de una ley que justamente busca controlar que ciudadanos tengan bienes ilícitos o mal habidos en sus arcas, en detrimento de las normas consuetudinarias que caracteriza a la sociedad dominicana.

Por lo antes expuesto, es que una abrumadora mayoría está muy atenta a lo que ocurre en torno al proyecto de Ley de Extinción de Dominio, una pieza legislativa sancionada ya en la Cámara del Senado, y en debate en la Cámara de Diputados.

La población está atenta, porque ante la fragilidad de la justicia nuestra, cualquiera podría ser víctima de las maquinaciones políticas maquiavélicas de grupos o personas que entienden que el poder es para usarlo y valiéndose de ese poder, arremeten contra todo aquel que le haga sombra en cualquier escenario.

En una sociedad en la que alguien vocifera en cualquier calle o esquina “un ladrón, un ladrón” y todos corren con palos, piedras, botellas y con cuanto objeto contundente encuentre para lanzarlo contra cualquiera que se espante ante el anuncio, sea culpable o no, es peligroso aprobar leyes “alegremente” para congraciarse con fuerzas extranjeras que estarían apostando y-o siendo “la mano que mueve la cuna” para la aprobación de la referida pieza de ley.

Es cierto, nuestra sociedad ha ido avanzando mucho pero todavía nos faltan muchas acciones para que haya un auténtico y real cambio en el sistema judicial y en las demás instituciones en las que se apoya el mismo. De eso hay que estar muy conscientes. Aún hay mucha fragilidad.

En estos días se ha denunciado que fuerzas extranjeras están incidiendo para que la Ley de Extinción de Dominio sea aprobada a prisa, eso tampoco es sano, especialmente porque es a la ciudadanía dominicana a la que más le debe importar la aprobación de la ley, pero con el debido debate, escuchando a todas las voces, dándose el tiempo necesario para dilucidar lo que más conviene a todos y a todas porque a la postre, serán los dominicanos los que se tendrán que poner el traje, razón por la cual tendrá que elaborarse a la medida de la sociedad.