(Mónica Aybar/Especial para El Tiempo) Lo primero que tienes que saber es que no es culpa de tu hijo. No se trata de buscar a quien echarle la culpa, pero si quiero que entiendas que, como padres somos los responsables de todo lo que concierne a nuestros hijos mientras dependan de nosotros.
Me da mucha tristeza ver la dejadez con que actualmente se trata la obesidad y sobrepeso infantil y adolescente en República Dominicana. En primer lugar, lo que tenemos que tener claro es que algo estamos haciendo mal. Y lo segundo es que hay que tomar acción si queremos ver un cambio positivo.
Para que un niño o adolescente suba de peso y grasa tiene que pasar un periodo de tiempo largo en sedentarismo. Ejemplo: un niño que va a la escuela 4 horas y luego pasa el resto del día en casa jugando video juegos o en frente de cualquier pantalla va a empezar a subir de peso. Y eso no es el niño que debe controlarlo. Somos los padres.
Otra cosa, los alimentos que el niño consume diariamente, ¿Quién los compra? ¿Quién pone los jugos y refrescos a su alcance, los dulces, los chocolates, las papas fritas?
Por favor, vamos a crear conciencia. La alimentación de nuestros hijos depende de nosotros. Es cierto que a veces desconocemos y cometemos muchos errores en la manera como introducimos los alimentos a nuestros hijos desde pequeñitos, pero si empezamos a notar que la situación va de mal en peor, hagamos algo, busquemos ayuda.
No esperemos a que el niño llegue a estar en obesidad y mucho menos a que sea él que quiera cambiar la forma de comer. Él no tiene la suficiente fuerza de voluntad para llevar una dieta. Si a un adulto se le hace difícil, imagínese a un niño.
¿Cómo puedes ayudar a tu hijo a bajar de peso? Simple, ponlo a quemar calorías. Ponlo a moverse. Que practique algún deporte que le guste. Que monte bicicleta o patines.
Por otro lado, empieza a comer saludable tu. Empieza a tomar acción tú y no lleves a casa los alimentos dañinos. Si en la nevera no hay refresco el niño no se lo va a tomar.
Y recuerda, los niños aprenden con el ejemplo. Cambia de hábitos tú y tu hijo tarde o temprano te seguirá.