Este domingo se definirá a quién eligen los colombianos para ganar la Presidencia del país suramericano, en unos comicios donde por un lado, Gustavo Petro, un economista, un intelectual, un exguerrillero que aspira a ser el primer presidente progresista de un país política y económicamente conservador, estable y continuista para lo bueno y lo malo.
Y, por el otro, Rodolfo Hernández, un político independiente y sin partido que reniega de los políticos, un empresario que quiere llevar las lógicas de las compañías al Estado, un adalid contra la corrupción como lo cataloga el periódico británico BBC Mundo, que el 21 de julio podría ser el primer presidente electo en ser enjuiciado, precisamente, por corrupción.
Petro propone un cambio de país más estructural, Hernández pretende alterar las formas de la vieja política tradicional con un lenguaje cercano en el que se pone del lado del votante y en contra de los políticos.
Petro, de 62 años, es senador, fue alcalde de Bogotá y este es su tercer intento de llegar a la presidencia.
En la primera vuelta fue el más votado con 8,5 millones de apoyos, una cifra ya histórica para un candidato de izquierda que ahora ve más cerca que nunca llegar a la Casa de Nariño.
El ingeniero de 77 años, exalcalde de Bucaramanga, logró en primera vuelta casi 6 millones de votos de forma aparentemente sencilla.
Con una estrategia audaz de redes sociales, con mucha cercanía con la gente pese a la distancia de un candidato que apenas dio entrevistas ni hizo actos de campaña ni participó en debates.
Las encuestas revelan que hay alrededor de un 10% de indecisos, es decir, casi dos millones de votos. Esos votantes tienen la clave de una presidencia muy disputada. El presidente a partir del 7 de agosto encontrará un país en el que hay muchas demandas y urgencias.